Hace ya unas semanas cayó en mis manos el libro DISEÑA - Por qué la belleza es fundamental para todo de Alan Moore.
Es un libro maravilloso que no requiere de un orden concreto para leerse, y que me está dando mucho que pensar.
Hay un capítulo al que vuelvo una y otra vez, ya que me parece tan loco que necesito abordarlo desde diferentes perspectivas para interiorizarlo mejor. En ese capítulo se habla sobre la relación de los astronautas con la belleza.
¿Y por qué de los astronautas? Bueno, son las personas que tienen la suerte de salir de la tierra y tomar una perspectiva diferente respecto a la que es su casa.
Creo que todos hemos tenido en algún momento de nuestra vida esa visión de lo pequeñitos que somos dentro del universo, de lo insignificantes que somos; de lo insignificantes que, por ende, resultan nuestros problemas, o esas quejas del día a día.
Pues resulta que si tienes la suerte de ser astronauta y salir al espacio, puedes, lógicamente, experimentar esta sensación a lo grande.
Esta experiencia, que ha sido bautizada como “efecto perspectiva”, es de una lógica aplastante: te alejas, tomas perspectiva del asunto (en este caso el asunto viene a ser un planeta entero, pero vaya, me entendéis), y te das cuenta enseguida de que no somos más que una bola de vida minúscula y frágil en medio del cosmos.
En serio, colgada en ninguna parte.
Quienes experimentan esta sensación se refieren una y otra vez a la belleza abrumadora, indescriptible de esa visión.
Y, por supuesto, a la toma de conciencia de que todo, absolutamente todo lo que ven está hecho del mismo material atómico.
Cuando miras desde el espacio a la tierra, no hay fronteras. Los conflictos que nos dividen pierden importancia. Todos estamos interconectados en el nivel de los átomos. Todos SOMOS LO MISMO.
Esta sensación de belleza sobrecogedora debe llenar el corazón de una manera brutal. Edgar Mitchel, piloto del módulo lunar en el tercer alunizaje, quedó tan impresionado con este momento que quiso entenderlo de manera más profunda buscando en escritos clásicos y modernos una explicación para lo que había sentido. La encontró en la literatura antigua, bajo el término de salva corpus amantis, y la interpretación que hace de esta frase me parece, también, de una belleza abrumadora:
Ves las cosas tal como las ves con los ojos, pero las experimentas de una forma emotiva y visceral, como si fuera un éxtasis y una sensación de unidad y armonía totales. Las moléculas de mi cuerpo, las del cuerpo de mis compañeros y las de la nave espacial se habían diseñado a partir de las estrellas de una generación antigua. Dicho de otro modo, quedó bastante claro que todos somos polvo de estrellas.
La belleza más profunda, sin duda, no es la que se ve. Es la que se siente. Esa unidad y armonía a la que se refiere a mi me habla de paz, de coherencia. Y esa paz es belleza. Siempre.
Todos somos polvo de estrellas. Qué preciosa metáfora. O realidad. O lo que sea.
Ojalá esta sensación, ojalá esta visión pueda llegar a todas y cada una de las personas que tenemos la suerte de habitar este planeta de belleza sobrecogedora. Y seamos capaces de vivir acorde a ella.
La belleza es medicina
Distanciarme para tomar perspectiva es una de mis actividades favoritas. Justo hoy lo pensaba, que somos átomos, que somos energía. ¡Feliz Año, Leire!