Hay algo mágico e hipnótico en el mar.
Mágico porque cada día, sin descanso, cumple con su trabajo. Llueva, haga viento o sol abrasador sube la marea y baja la marea en la hora exacta en la que tiene que hacerlo.
No hay cansancio que valga, ni pereza que le pare. Inevitablemente, cada día, en cada tramo de costa de cualquier lugar del mundo, ese mar inicia su camino de subida y de bajada a la hora que le toca, sin excepción.
¿Le gustará a Tritón hacer lo mismo a diario? ¿Será su capacidad de sacrificio suficiente para no pensar en si mismo y sí en lo necesario de estos movimientos de mareas para la humanidad? ¿Esta empatía para con los humanos y animales del planeta tierra se ve recompensada con cómo tratamos a su reino los que nos quedamos en la superficie?
Probablemente no, pero el bueno de Tritón no pudo optar a otro curro cuando se repartieron los quehaceres terrenales y ahí sigue, enganchado a un trabajo que no le llena en exceso, pero que domina a la perfección y que sabe que tiene un impacto en los demás.
Balanza complicada la del amigo para decidir abrir un proceso de selección para el próximo Rey de los mares… no querría yo estar en su lugar.
Por otro lado hablaba de hipnotismo.
Utilizaba esta palabra porque el mar me permite quedarme mirándolo durante horas sin que me aburra, llevándome por mis pensamientos tranquilamente, casi sin pestañear.
De hecho, miro el significado exacto de “ser hipnótico” y leo que es un estado parecido al trance en el que una persona está más atenta y enfocada en ciertos pensamientos, sentimientos, imágenes, sensaciones o comportamientos.
Y bueno, me encaja, porque eso es lo que me permite observarlo: estar más enfocada, pero en mi caso es estar más enfocada en lo más inconexo de la vida. Pensamientos que vienen sin llamar a la puerta, que se agolpan y que aparentemente, no tienen sentido alguno.
Quizá sea cosa mia.
El caso es que el mar me encanta. Y he tenido la suerte de crecer cerca de él, así que, en cierta manera lo doy por sentado.
Creo que tiene que ser muy fuerte la sensación de ver el mar por primera vez ya de adulto. Aunque ahora, con todas las imágenes que manejamos, no sólo en tv y cine sino en la ventana al mundo que son las rrss, imagino que aunque no lo hayas experimentado nunca de primera mano, ya te habrás hecho una composición propia de lo que es el mar viendo todos los inputs sobre el tema.
A mi me pasó con NY. Recuerdo que la primera vez que estuve allí me invadía un sentimiento de familiaridad que no entendía para nada. Luego caí en que la había visto tantísimas veces en películas, que el efecto WOW lo perdí.
Y en realidad esto no tuvo nada de malo. Descubrí que, para vivir algo en su totalidad, la imagen es en realidad sólo una de las variables a tener en cuenta. Que pararte a sentir lo que ves es más importante que sólo mirar.
Así que vuelvo a ese pensamiento en el que me mimetizo con una persona adulta que ve por primera vez el mar en directo.
Que lo siente, que lo escucha, que se deja bañar por él.
Que lo observa. Que se queda absorta en ese baile infinito que son las mareas, las olas, las corrientes… y entiendo que esa persona tan afortunada podemos ser cada una de nosotras cada día.
Es cuestión de actitud, te lo prometo.
Si esta tarde bajas a la playa y te enfocas en encontrar EL sitio para la toalla, sacar las palas, ir al chiringuito y abanicarte por el calor bajo la sombrilla, el mar será sólo algo que ves a diario, que está allí para refrescarte y en el que no debes echar basura.
Pero si decides llegar a la playa y sentir ese mar, esa potencia, esa inmensidad, esas olas (o calma chicha) y esas mareas, verás que es absolutamente mágico que puedas estar viviendo algo así.
Serás consciente de la suerte que tienes de poder disfrutar de ese espectáculo. Seguramente disfrutarás de ese rato de playa de una manera más consciente y, sobre todo (espero) serás implacable con todos los plásticos que encuentres y que amenacen la perfección de dicho mar.
**Si cada un@ de l@s que estamos leyendo esta carta cogiéramos los plásticos y microplásticos que tenemos alrededor nuestro en la playa cada día, seguro que el impacto sería gigante.
Tú decides cuál elegir: la visión superficial que da todo por sentado, o la visión consciente, que encuentra la magia y la belleza en todo lo que nos rodea.
Yo, desde luego, no tengo duda.
Me ha gustado lo que has escrito, Leire. En algún momento de mi vida, quizá cuando ya me quede poco me gustaría vivir cerca del mar. Tener ese privilegio de poder salir de casa y tener la playa a unos metros. Descalzarme y no tener prisa. Detenerme y pensar en todo lo que he vivido.
Disfruta de tu privilegio☺️🤗.
Un abrazo
Que tendrá el mar o la mar!
Para mí es mi lugar de paz, de desconexión, de recolocar mis sentimientos, mis ideas, de enfocar la vida!
Mientras lo observo en silencio con las olas rompiendo frente a mi , sin darme cuenta me voy sanando!
Para mí el mar, es mi adolescencia en Bermeo que entonces desde Bilbo se hacía casi en una hora de coche, hacérnos 13 km andando hasta Bakio ( si alguien no te paraba mientras hacíamos dedo…) los campeonatos de surf, las horas extras interminables.. y hoy 20 años después es la playa de mi niña, en la que se refugia, en la que va cosiendo sus heridas producidas por personas que hicieron mucho daño.. me veo tan reflejada en ella…
Los que nos criamos cerca de el ,creo que no podríamos alejarnos de ese ruido maravilloso que te envuelve con tanta sutileza.. disfrutar en invierno cuando nadie se acerca, tomarte un vermut en le Mariñela.. sin prisas, solo una toalla y un libro y las retinas preparadas para absorber la magia y la fuerza de la naturaleza!
Recordar mi niñez y mi adolescencia y las locuras que hacíamos para ir a Mundaka y ahorrárnos el ferry que cruza a Laida , cuando en marea baja podíamos pasar con nuestras mochilas sobre nuestras cabezas como si fuéramos porteadores, daba igual si luego se mojaba todo, teníamos todas las horas del mundo para que se secaran y volver en el último ferry y luego camino de Bermeo que era el centro logístico.. que años más bonitos, que ahora disfruto con las fotos que mi hija me manda desde peñas rojas… fue mi refugio en mi proceso de separación ( bastante complicado), es mi refugio para sanar las penas por las pérdidas de mi gente preferida, es el lugar donde sigo pensando que todo es posible!
Cuidemos de él, los jóvenes ya hacen su parte, batidas para recoger plásticos y cuidar de algo que es fundamental en nuestra
Vida y para nuestro ecosistema..
El mar y su imponente presencia.. eso es lo que me salvó muchas veces y lo que le sigue trayendo recuerdo de una etapa tan feliz para mi!
Gracias por acercarme a mi Bakio precioso en cada foto… Gracias por devolverme a mi juventud cada vez que muestras lo bonito que tiene y que es tan especial e importante para los que crecemos cerca de él!
Mila esker Leire!
Pero recuerda que el día invierno es una oportunidad maravillosa para disfrutarlo también.