Contar la belleza.

Find beauty.

Ayer tuve la suerte de asistir a un encuentro (organizado por mis queridas Cooltural Plans) con David Jimenez y Nacho Carretero. Son las 7:00 (sí, hoy también toca improvisar un poco :) ) y no voy a ser capaz de hacer una crónica a la altura de todo lo que compartieron allí… imposible.

Aunque, en realidad, tampoco eso es lo que pretendo.

Ayer me voló la cabeza con lo que contaron y con su visión sobre las historias que merecen la pena. Sobre cómo contarlas puede ayudar a cambiar, al menos, una pequeña parte del mundo.

Mi misión con estas cartas siempre ha sido la de tratar de mostrar la belleza sencilla, la belleza oculta en todas partes que a veces se nos escapa. Y que tanto bien nos hace al poner la mirada en ella.

A mi, al menos, me reconcilia cada día con la vida.

Pues ayer una frase me reconcilió con mi desazón diaria (desde hace tiempo) al ver noticias en medios de comunicación. Y me recordó la importancia de seguir hablando sobre la belleza cotidiana, sobre lo bueno que nos rodea.

David, que trabajó como corresponsal en Asia durante más de diez años, decía que si pudiera volver atrás, escribiría cientos de historias positivas sobre lo que estaba sucediendo allí. Y enfatizaba sobre cómo, a pesar de haber vivido conflictos brutales y desastres naturales horribles, se volvió de aquella experiencia con una buena sensación por el avance que había dado Asia desde que llegó hasta que se fue, aunque eso fueran noticias no contadas.

Hay que hacer interesante lo importante.

Esta frase salió ayer también en varias ocasiones. Mientras lo importante sean los acontecimientos negativos, será lo que queramos recibir.

Será donde pongamos nuestro interés.

Donde ponemos nuestra atención va a definir, de manera inequívoca, nuestra manera de mirar al mundo.

Por supuesto que suceden cosas horribles a diario. Enfermedades, guerras, hambrunas, violencia, desastres naturales… pero también suceden cosas positivas. De verdad.

También hay gente marcando la diferencia y haciendo del mundo un lugar mejor.

También hay belleza.

También hay empatía.

Y no viene mal que personas que han sido testigos de primera mano de situaciones horribles nos recuerden que buscar la belleza y contarla es importante.

Es importante y sería maravilloso hacerla interesante.

Porque lo que no se cuenta, no tiene voz. Y lo que no tiene voz, para muchos, no existe.

Este pensamiento nos sirve para el mundo, en global, pero también para nuestro mundo.

Si nos contamos sólo lo negativo que nos pasa (esa mala contestación recibida, ese pinchazo en la rueda), sólo veremos lo negativo.

Pero si hacemos el esfuerzo por contarnos algo positivo, simplemente poniendo nuestra atención en aquello bueno que sucede (ese café buenísimo que te has tomado por la mañana, esa ducha que te ha conseguido activar a pesar de estar con sueño…), tenemos la capacidad de cambiar esa visión de nuestro mundo, de nuestro día.

Una amiga me recordó una frase hace tiempo: lo que crees, creas.

Si creemos que ese café mañanero es simplemente un café, normal, anodino, como cualquier otro, lo será. Si creemos que es maravilloso poder tomarlo, nos damos unos segundillos para deleitarnos con el ruido de la cafetera al hacerlo, el olor que desprende, y lo bueno que está al tomárnoslo por fin, será el café más maravilloso de tu vida. Cada día.

Está en cada uno decidir dónde ponemos nuestra atención.

Elijamos bien.

**Por cierto, esto de hacer “los deberes” a última hora se ha repetido ya en un par de ocasiones, y creo que es momento de distanciar estas cartas un poquito entre si. Si os parece bien, a partir de ahora os llegarán de manera quincenal :)

Mientras tanto, os aconsejo seguir haciendo caso al amigo Van Gogh: Find beauty in everything.